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jueves, 2 de febrero de 2012

El fin de la búsqueda...

Un antro oscuro, en un recóndito lugar del este. Desde fuera nadie diría que es un lugar tan amplio, con numerosas mesas esparcidas por los rincones y reservados en los extremos más oscuros, fuera de los raquíticos haces de luz que se esfuerzan por permitir a los parroquianos reconocerse el rostro y ubicar su botella. En el fondo acaba de terminar una de las habituales trifulcas del lugar y dos fulanos arrastran por la puerta trasera el cuerpo desvanecido de un tercero cuya cara al rebotar por las tablas va dejando un fino reguero de sangre. Tras la pelea el volumen de las voces vuelve a disminuir hasta el habitual murmullo multitudinario, sobre el que sólo se distingue el ruido de chocar de vasos y los crujidos de las tablas del techo, a los que acompaña un fino polvillo que cae de las uniones de estas, producto de los correteos, escarceos y juegos varios producidos por los clientes más afortunados que consiguen subir al piso superior con compañía femenina, o de la que encuentran, que en este lugar la compañía, incluida la de pago, es escasa y selecta, y hay mucho vicio suelto.

Un silencio repentino interrumpe mi hilo de pensamientos sobre las aberraciones que estarán ocurriendo en el piso de arriba, una consentidas y otras digamos que no tanto, y mi instinto de supervivencia me urge a localizar desde la oscuridad del reservado en que me encuentro el origen del enmudecimiento de la concurrencia: Un desconocido alto y desgarbado acaba de entrar en el local. Un sombrero gastado de ala ancha oculta su rostro, que escruta la estancia a un lado y otro, tras lo que se dirige hacia la mujer que hay tras la barra. Es Molly, camarera y madame, una mujer algo entrada en años, a la que la vida ya le ha quitado un montón de ilusiones y un ojo, y que ha asumido que aunque sus pezones apunten al suelo, no llevar sujetador es perfectamente asumible.

Desconocido: Estoy buscando a un hombre
Molly: Te equivocas de lugar, reina. El club del nabo recocido está 2 calles más abajo.
D: No, no… no me comprende. Lo que yo ando buscando es un hombre especial…
M: Y yo, desde hace 45 años. Pero un hombre que te haga temblar las tetas en cuanto le ves, sea un tigre en la cama y te retire pa los restos no te creas tú que se encuentra así como así…
D: Que noooo… Verá, tengo información fidedigna de que se ha visto por aquí de vez en cuando a alguien al que estoy buscando…

En ese momento nuestro buscador va enmudeciendo según se ve cubierto por una silueta que le tapa la tenue luz que desprenden las lámparas de queroseno que iluminan el antro, mientras una voz chillona que tapa la suya dice: “Por aquí no nos gustan los desconocidos que vienen a tocar las narices, gañan”. El desconocido se da la vuelta para descubrir que el que le habla es un asiático afeminado y canijo al que acompañan 2 maromos de 2x2 que parecen la versión fea de los hermanos Cabrales mutados cual tengu mitológico

D: ¡Coñó, mira… Pero si son la Barbi de oriente y los alegres chicos del Brummel!
AA: Resulta que es un gracioso. Andábamos esperando desde hace tiempo que llegara un tipo como tú. Andamos escasos últimamente de cachos de carne de los que disponer. Al último lo tuvimos que arrancar del potro con una rasqueta hace unos días.
D: ¿Qué buscas un trozo de carne apropiado para tu tamaño? Hombre, si me lo hubieras dicho antes te habría guardado un padrastro que me salió en el meñique hace unos días...

Esto tiene mala pinta. Podría levantarme e interceder por el chaval, pero me retiene el haber oído que anda buscando a alguien, y me da que va a ser a mí, y no tengo muy claro si quiero ser encontrado. En esto ando cavilando cuando una lámpara arrojada desde la zona de la barra pasa junto a mi cabeza y estalla en la pared del fondo, pero en vez de producir un esperado fogonazo, un flash de luz cegadora baña todo alrededor, inundando la consciencia. ¿Qué coño ha sido eso?, ¿Han llegado los ovnis?, ¿Ha explotado el barril de fósforo blanco que teníamos guardado para rellenar a los que nos venían a vender la religión a domicilio?, ¿Es esta inundación de luz un bukkake que nos hacen los ángeles?...

Hombre Medicina: ¡¡¡OSTIA PUTA!!! ¡¿A quién cojones se le ha ocurrido levantar la persiana de golpe?
Adbar: ¡Ondiá! Nos han crecido fantasmas en lo que hemos estado fuera…
Becario: Señor Adbar, señor… Parece q el tapizado del sofá se está moviendo…
A: Acerca un palo a ver…
HM: Ya estamos tocando los cojones por la mañanita. ¿Qué va a ser lo siguiente, poneros a pasar la aspiradora?
B: Señor, parece que hemos dado con el paradero del Hombre Medicina, señor…
HM: ¿Ya es de día?
A: ¿Qué si ya es de día? ¿Pero en qué clase de universo extradimensional has estado abducido tú? Si nadie entra aquí en años. Te dábamos por muerto, el becario se ha dejado sodomizar numerosas veces a cambio de información sobre tu paradero. De hecho, demasiadas para no volver con ningún resultado. Para mí que ya es vicio…
HM: ¿Años dices? Joder, esa mierda sí que era buena. Cuando os la pase vais a flipar en colores…

Pues eso, que he vuelto. O algo…
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